Monday, April 25, 2005

Los quiero desaforadamente

Esto es asunto absolutamente personal: a éstos los quiero desaforadamente...

No es análisis político muy profundo, lo sé, pero también con las emociones se lucha por la democracia...

... o, quizá, sin emociones y sin pasión no hay lucha que valga.

Por eso, tal vez, Morelos llamó a su proyecto nacional "Sentimientos de la nación"...

... y no "Ideas de la nación", "Análisis de la nación" o "Filosofía de la nación".

Si la nación empieza en el sentimiento, entonces vamos por buen camino.

Ellos y todos los demás, incluido Saramago con el moño tricolor, son fuente de un digno orgullo.

Más fotos, vídeos y crónicas realizados por los protagonistas de las marchas están aquí.


(Todas las fotos propiedad de sus autores y de La Jornada)

Ahora, a seguir...

Hay toda una nación y un futuro por ganar.

Sunday, April 24, 2005

Después de las marchas

(Otra actualización al 26 de abril, de madrugada. Paco Ignacio Taibo II me escribe: "La marcha es la más grande en la historia de esta ciudad. Superó ampliamente las movilizaciones del 88 y las del 68. Para que te des una idea, Reforma, Juárez, Madero, por los dos carriles. Hacia las 12:30, la punta estaba entrando al Zócalo, que ya estaba repleto aunque no atascado, y la cola acababa de salir de antropología. Además están repletas todas las glorietas de contingentes que se había perdido de su bola, y a veces se llenaban las lateras con marchistas que andaban buscando su lugar. Estamos hablando de 8-9 kilómetros? (si es más, en la madre, me estoy quedando superconservador) Conté varias veces cuantos compas caminaban por metro. La cifra me varió de 40 a 85. Ponte en el promedio, 62, por 9 mil, 558 000 marchistas, suma el Zócalo lleno, 240 mil según el cálculo del 68, suma a los de las glorietas, las laterales, los que llegaron y se fueron. Tienes fácil, fácil, más de 850 mil personas. Y creo que es un cálculo conservador.")

Las marchas en paz.

En México más de doscientos mil. ¿Cuántos? No es claro, van desde los 220 mil calculados inicialmente por la SSP del DF hasta el millón del entusiasmo de Martí Batres o el millón doscientas mil personas que son el parte final de la policía. ¿Importa el número?

(Ya de noche en México, actualizamos, la Secretaría de Seguridad Pública federal del gobierno de Vicente Fox, ofreció un recuento "oficial": 120 mil personas. La diferencia numérica supera incluso los delirios del diazordacismo. ¿Se obtiene algo minimizando así la fuerza de quienes están en desacuerdo con la presidencia?)

En Barcelona, el pequeño contingente se vio aumentado por la presencia de José Samarago y su esposa Pilar del Río.

En algunas ciudades del mundo apenas un puñado de mexicanos, cuatro, siete, setenta, cien... ¿importa el número?

En el mensaje de López Obrador, el reconocimiento a la participación de los demócratas no perredistas y no simpatizantes de su candidatura. Y, después, la propuesta de un pacto que nada tiene que ver con el populismo chavista del que la escasa imaginación oficial y extremista lo acusa sin más bases que su odio... desaforado, por cierto.

En la piel de todos, la idea de que se ha conseguido algo sin precedentes.

En el rancho del Presidente, silencio respecto de la que es, probablemente, la movilización popular más importante de muchas décadas, por la solidez y acaso por el número. ¿Importa el número para definir su trascendencia?

Y los que no estuvieron o no estuvimos, pero estuvimos, siguiendo las noticias, la transmisión por Internet de la marcha, haciéndonos presentes en el entusiasmo de quienes sienten que pueden crear la democracia que tantas veces les ha sido escamoteada.

Y allí el número sí importa: ¿cuántos mexicanos desengañados por el foxismo, cuántos decididos a hacer efectiva la democracia, cuántos que nunca habían participado y que hoy dijeron: "voy"?

Muchos... muchísimos... suficientes como para llamar a la acción conciliatoria a casi cualquier gobierno, mas no al heredero del autoritarismo priísta, que al manipular las cifras se tranquiliza para conciliar el sueño.

Y ahora, lo que sigue. Las marchas son demostración de fuerza, pero es la acción continuada la que demuestra decisión de resistencia ante un gobierno (otro más) que asegura que ni nos ve ni nos oye. Acción igual de pacífica, igual de heterogénea, igual de entusiasta, igual de decidida.

Las marchas del 24 de abril son un gran principio, pero son sólo el principio.

LO que falta no es fácil... pero el logro de una democracia real es posible, se ve como algo que podemos alcanzar.

Por nosotros y por los que vienen detrás.

O como diría Fernando Delgadillo, y se nos perdona:

Y si ellos miran hacia atrás
de lo que les toca empezar
y nos hallan a nosotros que formamos un lugar,
que un buen día nos marcharemos y tal vez podrán decir:
Grandes fueron los viajeros que cruzaron por aquí.


Crónicas y fotos de las marchas

Saturday, April 23, 2005

Las marchas del 24

La fuerza que va adquiriendo la resistencia civil contra las acciones del gobierno de Vicente Fox es a la vez un acontecimiento esperanzador y triste.

Lo esperanzador radica precisamente en el movimiento, en las personas que se unen a él, en la pluralidad de quienes han anunciado su participación en las marchas del 24 de abril, la del silencio en México, D.F. y las muchas otras convocadas en distintos países... se trata de mexicanos que, mayoritariamente, no pueden considerarse habituales activistas políticos. Un pueblo en marcha por la democracia es un espectáculo siempre emocionante y pleno de dignidad, de soberanía verdadera, de vocación cívica.

Lo triste, evidentemente, es que el origen de esta movilización sea la forma en que Vicente Fox dilapidó el capital político que obtuvo con su elección, cómo perdió pronto el interés por cumplir siquiera una de sus abundantes promesas para poco después perder el rumbo, la brújula y, a últimas fechas, la más elemental decencia. Lo más triste es que estamos ante otro sexenio perdido más.

Aferrarse a una concepción rigorista y discrecional de la ley y a una versión oficial que la mayoría de los mexicanos saben falsa, representa por parte del gobierno un divorcio total del electorado y, en el fondo, una ofensa a la inteligencia, al patriotismo y a la sensibilidad de los mexicanos.

La actitud del gobierno de Vicente Fox resulta lamentable, lejana y nebulosa, y no consigue sino enfatizar la percepción popular de que el espacio en donde habita y se mueve el actual gobierno es una zona imaginaria y totalmente divorciada de la realidad cotidiana de 100 millones de mexicanos, la que el ingenio popular ha denominado "Foxilandia" o "El país de las maravillas", donde todo funciona maravillosamente mientras el México real no ha resuelto sus problemas y, además, los ha visto multiplicarse en los años del gobierno que debía ser "el suyo".

Sólo desde el desapego de la realidad y desde el delirio de poder más desbocado se explica que el gobierno de Vicente Fox y sus aliados hayan creído sinceramente que el desafuero no tendría consecuencias entre la población. Sólo desde una soberbia injustificable se entienden las declaraciones que han seguido a la acción autoritaria: el titubeo de las declaraciones contradictorias, la repetición inane de la mentira, el uso de argucias retóricas de una pobreza espectacular como el intento de sobajar al Jefe de Gobierno del D.F. convirtiéndolo en el "Señor López", la solicitud a los medios de comunicación de no tocar el tema del desafuero del señor López, etc.

La "Presidencia Imperial" que Vicente Fox fue electo para desmontar y reemplazar por la soberanía popular acabó seduciendo al gobernante. La "silla maldita" que le dijo Zapata a Villa ejerció su embrujo. El hombre que obtuvo apoyo por oponerse al autoritarismo se metamorfoseó en una encarnación más de ese autoritarismo, de esa triste borrachera de poder que tan patéticos espectáculos nos ha ofrecido mediante una ristra de gobernantes que se remontan, cuando menos, a Adolfo Ruiz Cortínez, ese hombre que un día preguntó qué horas eran y recibió de algún cortesano la respuesta contundente: "Las que usted diga, señor Presidente".

Que no se equivoque Vicente Fox pensando que su problema es Andrés Manuel López Obrador. El político tabasqueño es una parte del problema, entre otras cosas por ser un gobernante exitoso y apoyado por sus gobernados. Pero lo que el 24 de abril lanzará a las calles a cientos de miles de mexicanos en todo el mundo no es López Obrador, y no es el desafuero absurdo y sucio en sí, sino todo lo acontecido desde el 1º de diciembre de 2000, y cuya dimensión Vicente Fox no parece haber podido aprehender.

El gran convocante a la marcha es el gobierno foxista, sus acciones y sus inacciones.

No es aventurado pensar que el presidente Fox apuesta al olvido sin darse cuenta de que los años también modean a los ciudadanos. Las promesas de la larga campaña de 1997-2000 siguen presentes en la percepción ciudadana. Algunas, como la de resolver el problema de Chiapas en 15 minutos, se han vuelto emblemáticas y una bendición para los caricaturistas políticos, pero todas, acumuladas en la feria de ofrecimientos contradictorios que fue la campaña foxista, y el total incumplimiento de todas, pesan en la percepción popular.

Se esperaba justicia contra los depredadores de la patria. Lo que hubo fue colusión y compadrazgo cómplice desde la conformación del gabinete. Se esperaba el fin de la impunidad. Nos dieron la misma impunidad para los de antes (Salinas, Echeverría, Cabal Peniche) y para los nuevos (Estrada Cajigal, Luis Pazos, Lino Korrodi). Se esperaba firmeza para tratar el tema migratorio con Estados Unidos. Se tiene alguna vaguedad que pospone el tema para un futuro indeterminado, mientras el panismo actúa para militarizar la frontera. Se esperaba la diversificación de la economía hacia Europa y Asia. Lo que hay es la consolidación de la dependencia de nuestra balanza comercial con respecto a Estados Unidos. Se esperaba combate al narcotráfico, se esperaba énfasis en la microeconomía por encima del cacareo vano de los indicadores macroeconómicos, justicia, un liderazgo con autoridad moral, que el Procurador General de la República fuera designado por el Congreso de la Unión, apoyo decidido a la educación, un nuevo sistema financiero, democracia efectiva... en fin, se esperaba mucho.

Pero se esperaba no por delirios de los electores, sino porque el candidato Vicente Fox así lo prometió, siempre hablando de planes y leyes que ya tenía listos para ponerlos en marcha en cuanto tomara posesión del Ejecutivo Federal para gloria de la nación. La lista anterior está seleccionada del libro A Los Pinos, donde las palabras de Vicente Fox se vuelven contra él, crueles.

Sólo un ejemplo. De la revolución mexicana y los gobiernos emanados de ella dijo, página 118: "Desgraciadamente, todo lo que al principio significó vanguardia y un proyecto de nación, cayó por tierra cuando el ganador asuió el poder. Aunque con otros nombres y apellidos, el país regresó a la dictadura y al monopolio del poder que supuestamente había derrocado. Se olvidaron los compromisos y las ideas fundamentales..."

Lo que criticaba es, precisamente, lo que ha hecho desde el momento en que formó su gobierno.

Los errores, omisiones, fallas, falsedades, mentiras y altanería creciente del gobierno de Vicente Fox son los grandes responsables de la convocatoria de las marchas del 24 de abril. No hay ninguna indicación sólida de que Andrés Manuel López Obrador esté ocupando hoy, en el imaginario colectivo, el papel de líder y prometedor supremo que tuvo, hace seis años, Vicente Fox. Lo que sí hay son indicaciones que el gobierno debería tener en cuenta (y que parece ignorar con desprecio) en el sentido de que los mexicanos, en general, simpatizantes de diversos partidos, ideologías y candidatos, empiezan a plantearse la construcción de una democracia que trascienda la declaración y el discurso (y, por tanto, de recuperar la soberanía de la nación) para que no vuelva a darse un fenómeno tan desalentador como el foxismo.

Pero la gente que va a la calle no va, al menos no en su mayoría, al menos no principalmente, por apoyar a un precandidato o por expresar su oposición al régimen. Lo que el desafuero ha puesto en la mesa es el delicado tema de quién toma las decisiones acerca de quien gobernará en México a partir del 1º de diciembre de 2006 pero, sobre todo, de cómo gobernará, de la transparencia y rendición de cuentas que se le podrá exigir para no repetir la historia patética y cada vez más triste del foxismo.

La dimensión histórica que puede llegar a tener (en alguna medida ya la tiene) la movilización de los mexicanos es, en cierta medida, impactante, llama a la sobriedad, a la serenidad. Muchos que nunca tuvieron actividad política hoy consideran su deber ciudadano, su deber patriótico (si se permite una palabra tan manida por los gobiernos antidemocráticos), expresarse de manera libre, pacífica y civil.

Esto, digámoslo con claridad, nunca había ocurrido, al menos no en la escala que parece estar ocurriendo.

El domingo 24 de abril los mexicanos salen a las calles. En México, en Inglaterra, en Francia, en España, en Brasil, en Australia, en Estados Unidos y en otros países.

Quizá, sólo quizá, nos decimos con gran cautela, estamos ante un hecho que puede realmente cambiar el rumbo que le han destinado a nuestra nación los que la controlan a despecho de nuestra voluntad, nuestro deseo y nuestras necesidades.

Quizá, sólo quizá, se permita soñar en la construcción de una verdadera democracia para México basada en lo que los mexicanos deseamos y que trascienda el límite de la democracia electoral en la que hasta ahora la mayoría se ha visto encasillada.

Quizá, sólo quizá. Y precisamente por eso vale la pena.

Thursday, April 21, 2005

Comunicado comentado

La presidencia de la república, asediada por su propia incapacidad, emitió hoy un comunicado que merece ser apostillado para facilitar su comprensión. Sin más, va comunicado con apostillas en cursivas y entre paréntesis.

COORDINACIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL Comunicado/179
Los Pinos, 21 de abril de 2005

Ante la consignación del expediente del señor López hecha por la Procuraduría General de la República, la Presidencia desea precisar lo siguiente:

Los tres Poderes de la Unión son garantes del cumplimiento del Estado de derecho y del respeto a las instituciones.

(Siempre y cuando el estado de derecho no se le vaya a aplicar al señor Creel, a los amigos de Fox, a los priístas distinguidos y a quien decida nuestra voluntad, y siempre y cuando las instituciones no sean las del gobierno de la Ciudad de México, que ésas no valen porque lo digo yo.)

En el proceso del señor López, la Presidencia de la República se ha limitado a cumplir con la responsabilidad que le marca la ley.

(Y con la que no le marca la ley, porque dicha ley en ningún momento marca que las acciones de una institución se traduzcan en responsabilidad personal e individual de quien lo encabeza, salvo casos puntuales cuando hay orden precisa, cosa que nos inventamos en este caso porque la lumbre nos llega a los aparejos, y mejor ni mencionamos los otros casos, bastantitos, en los que no hemos cumplido las responsabilidades con nuestros electores.)

No se fortalece a la República con una estrategia que trata de poner las cosas al revés, en donde el acusado quiere convertirse en acusador y exigir disculpas.

(Dicho de otro modo, el acusado debe callarse aunque la acusación sea delirante, falsa, dolosa, repudiada por los principales juristas no gubernamentales, y realizada con intenciones políticas claras. Calladitos decoran mucho, chiquillos y chiquillas.)

La ley marca claramente el castigo para quien la infringe, así como también otorga al infractor los instrumentos para su defensa.

(Y también marca la presunción de inocencia como principio jurídico esencial, pero eso hacemos como que lo borramos, se nos olvida la palabra "presunto" y emitimos sentencia de "infractor", que nosotros, que somos los que mandamos, ya lo juzgamos y condenamos, no hace falta más.)

El día de ayer el Ministerio Público ha cumplido con su obligación de ejercer acción penal en contra del señor López por el desacato a la suspensión dictada por el juez noveno de distrito en favor de los propietarios del Encino.

(Obligación que debió ejercer al día siguiente del desafuero, pero le ordenamos que fingiera demencia para alargar los tiempos, que es de lo que se trata, pero al final el anuncio del acusado de que volvería a sus funciones nos obligó a meter reversa a todo trapo. Ahora se trata de que no se den cuenta.)

Con base en sus facultades, el Ministerio Público consignó y el Poder Judicial ha turnado el expediente al Juzgado competente en materia de Procesos Penales Federales en el Reclusorio Preventivo Oriente.

(A un juez cuya trayectoria profesional es más de fiscal que de juez, debidamente seleccionado para que sirva a nuestros intereses políticos y los de nuestros amiguitos priístas, tan simpáticos y tan dadivosos que son.)

El Ministerio Público remitió el expediente con 16 mil fojas y el pliego de consignación con 300 cuartillas solicitando la orden de comparecencia a proceso penal contra el señor López para que él pueda, en libertad, defender su caso ante el juzgado competente.

(Expediente que el propio Ministerio Público dijo hace unos días que estaba incompleto y que necesitaría cuatro meses para integrarlo correctamente. Para que digan que este gobierno no hace milagros.)

El señor López por derecho constitucional goza de la libertad provisional bajo caución desde la averiguación previa y gozará de ella durante todo el tiempo del proceso penal, en virtud de que la fianza ya fue otorgada.

(No diremos, eso sí, que la fianza fue otorgada porque un senador nuestro obtuvo información privilegiada e ilegítima del ejecutivo por medio de la PGR, misma que la ley dice que debe mantener discreción sobre sus investigaciones, y la transmitió a dos mensajeros que la depositaron a sabiendas de que no lo haría el acusado. O sea, que ejerza su derecho a defenderse, pero sólo como se nos dé la gana a nosotros.)

Ahora el caso del señor López está en el ámbito del Poder Judicial y, reiteramos, que la Presidencia de la República es respetuosa del principio de separación de poderes y de la autonomía judicial.

(Y nos olvidamos convenientemente de que el titular de la Presidencia de la República declaró que la decisión de proceder contra el acusado fue tomada por él en 2004, personalmente y por encima del ámbito del Poder Judicial. Así me gustan, desmemoriados y sumisos.)

El Señor López ha tenido en todo momento vías legales para defenderse y a él corresponde la decisión de usarlas.

(Claro que no se puede uno defender legalmente a menos que un juez acepte el expediente y se pueda nombrar abogado, por lo cual poca defensa legal pudo haber hasta ayer, pero las vías allí estaban, con todo y el tren de Los Pinos. Y de pasadita lo relevamos de la dura decisión de pagar o no una fianza, como acto de buena voluntad.)

La democracia se fortalece con la aplicación de la ley. La Presidencia convoca a que todos nos conduzcamos dentro del respeto al derecho y a nuestras instituciones. Garanticemos las condiciones para que los jueces actúen con plena independencia y hagan su trabajo dentro de la justicia que deviene de los procedimientos legales.

(Lo cual no significa que se vaya a aplicar la ley ésa en los casos de Aguas Blancas, Acteal, Amigos de Fox, Aldana, Cajigal, Luis Pazos y otros personajes a los que se les imputan delitos que sí son graves y con pruebas bastante sólidas, eso por sabido se calla.)

Dejemos que el Poder Judicial asuma los tiempos del derecho y no los tiempos de la política.

(Siempre y cuando los tiempos del derecho no caduquen antes del día en que se cierre el registro de candidatos para las elecciones de 2006, que es de lo que se trata. ¿Entendimos señor juez o quiere usted truncar su carrera tan joven?)

La responsabilidad de los políticos está ante todo con el Estado democrático de derecho. Exhortamos al ciudadano López para que recurra a las instituciones y haga uso de los recursos que están previstos en la Ley para garantizar sus derechos y su defensa.

(A ver si entienden: el estado democrático de derecho es responsabilidad de los políticos, no de los votantes ni de la ley. La democracia no es la de quienes eligen a un gobernante, sino de los políticos que se coluden para violentar la voluntad popular pasada y futura. Y mientras más rápido lo entiendan, mejor nos vamos a llevar.)

Reiteramos nuestro respeto al Poder Judicial. La certeza que emana de sus decisiones es trascendental para consolidar un gobierno de leyes y un México democrático.

(Un México democrático en el que el presidente mande y hasta ponga y quite presidentes y jefes de gobierno. Si el PRI siempre lo hizo así, no entendemos por qué ahora los ciudadanos arman tanto alboroto.)

Reiteramos que no hay intención de obstaculizar al señor López en sus aspiraciones de ser candidato a Presidente en el proceso electoral de 2006, si así lo decide su partido.

(Y reiteramos que el asunto de Chiapas lo resolvemos en quince minutos, que todos los mexicanos tendrán vocho, tele y changarro, y que cumpliremos las enemil promesas con las que los convencimos de votar por nosotros, que ese voto sí vale, los otros no porque la verdad todavía están ustedes muy verdes para la democracia, sin importar lo que le dijo Porfirio a Creelman.)

Pero tampoco hay intención de darle un trato privilegiado que le exima de llevar a cabo los procedimientos que, en su caso, imponga la ley.

(Tenemos la firme decisión de sólo darle trato privilegiado a quienes se nos antoje a nosotros, no a cualquiera. Pregúntenle a Echeverría.)

Existe, en efecto, una acepción de la política, que la Presidencia asume como propia: la actividad que busca el bien común y que lo hace de muy diversas maneras: cuidando que no se atropellen las instituciones; que no se vulneren las funciones de los Poderes de la Unión; que el derecho proteja a los ciudadanos; que no se violente la convivencia pacífica de la sociedad.

(Es claro que nos referimos al bien común de los empresarios, al no atropello de las instituciones si estamos de humor y a no vulnerar las funciones de los Poderes de la Unión salvo cuando se nos ocurra que es lo conducente, de modo que el derecho proteja a los ciudadanos que nosotros queremos, y no nomás a lo loco. Además, se nos ocurre que la convivencia pacífica se violenta con cualquier acto que le parezca feo al Señor Presidente, incluido el de aprender a leer.)

Es tiempo de recuperar el ánimo de diálogo y la disposición al acuerdo.

(Lo cual, siendo falso, suena bien para la historia, que estamos convencidos que escribiremos nosotros y no los 100 millones de peones de nuestro ranchote.)

Sólo la unidad y la búsqueda del bienestar común pueden proteger a la joven democracia mexicana de los peligros que la acechan.

(Pero no se vayan a unir ustedes y a buscar el bienestar común porque se sientan ofendidos debido a que la "joven democracia" se parece tanto al viejo autoritarismo que no hay modo humano de diferenciarlas. Nosotros somos "el gobierno del cambio". Y para entenderlo basta ver las botas.)

Éste es el significado de la política que desde ahora debe prevalecer en nuestra esfera pública.

(Y así lo mando nos, el rey, y al que no le guste, ya sabe. Más les vale creerme, total, me creyeron tantas barbaridades hace seis años que no veo por qué se han vuelto tan retobados así de repente.)

Por la interpretación entre líneas: El alumno más pequeño de Guillermo Prieto.

Monday, April 18, 2005

10 puntos sobre la resistencia civil

Quienes creemos en la democracia (la de verdad, la cotidiana, la que refleja el sentir de los votantes en las acciones de gobierno, la que no se agota con la toma de posesión y el inmediato olvido de las promesas) estamos en resistencia civil pacífica, legal y democrática.

Las preguntas son lógicas: ¿qué es esa resistencia?, ¿por qué existe?, ¿dónde se lleva a cabo? y, sobre todo ¿cómo y durante cuánto tiempo diremos que estamos en un movimiento de resistencia?

Resistimos una acción concertada del gobierno federal, el PRI y el PAN para violentar la voluntad popular al decidir autoritariamente quién va a aparecer en las boletas electorales de 2006 por la presidencia de la república.

La resistencia debe existir mientras estos partidos, el ejecutivo federal y el judicial mantengan el secuestro de la democracia con argucias legales jurídicamente insostenibles y con procesos y afirmaciones que ofenden la inteligencia de los mexicanos.

Algunas ideas sobre la resistencia civil, pacífica, legal y democrática.

1.- La resistencia se hace todo el día, en todas nuestras acciones. Promueve la democracia en conversaciones con compañeros de trabajo, familiares, amigos y conocidos, ayudando a despejar la cortina de humo gubernamental. La resistencia se hace cuando escribimos, cuando hablamos, organizando acciones y participando en ellas en la medida de nuestras posibilidades. La resistencia es cotidiana y continua.

2.- La resistencia no cae en provocaciones. Cada acción pública de la resistencia está sujeta a la acción de provocadores que pretenden encender los ánimos, ocasionar acciones fuera de la ley, violentas, de indignación desbordada, que justifiquen la represión y la denigración del movimiento. Por grande que sea la indignación, la fuerza moral de la resistencia es su carácter civil, pacífico, legal y democrático.

3.- La resistencia no espera soluciones fáciles y rápidas. El camino es largo, y puede durar hasta el mismo día de las elecciones en julio de 2006. Cambiar el curso de los acontecimientos de manera pacífica y dentro de la ley demandará paciencia y dedicación. La resistencia existe hasta el triunfo del ideal democrático y aún después.

4.- La resistencia no se desanima. Las acciones previsibles: el retraso en la consignación de López Obrador, la consignación final ante un juez "amigo", el probable auto de formal prisión, el lento proceso jurídico, la propaganda creciente en medios leales hasta la ignominia, etc., son motivo para resistir con más decisión, no para abandonar el esfuerzo. Mañana seremos más, y si nos insultan es que no tienen argumentos.

5.- La resistencia no quema todos los cartuchos en una acción, sino que está siempre preparando otra (cartas a los medios de todo el mundo, a los organismos internacionales, a las ONG; búsqueda de formas originales de expresar nuestra voluntad más allá de la típica manifestación, comics, teatro, exposiciones, performances, formas de atraer la atención de los medios, etc.) y mantiene siempre presente el objetivo democrático final. Resistir hoy pensando en resistir mañana.

6.- La resistencia también resiste la tentación de la división. Los legítimos desacuerdos no dividen, fortalecen la pluralidad. Por sobre los desacuerdos en particular debe prevalecer el objetivo democrático general para dirimir civilizadamente nuestras diferencias en el debate libre y en las urnas.

7.- La resistencia se hace en todo lugar. Dentro de México y fuera de él. Se hace ante todo el mundo: mexicanos y extranjeros. Se hace a nivel de calle y a nivel de las más altas instituciones como la ONU o el Consejo Europeo. Se hace en la escuela, en el trabajo, en el café y en el club o asociación. Donde quiera que haya un mexicano debe escucharse la voz de la democracia.

8.- La resistencia civil pacífica y democrática tiene sus raíces en nuestros valores nacionales e ideales. La resistencia se reapropia de la historia, de Morelos, de Guadalupe Victoria, de Juárez, de Prieto, del Nigromante, de Madero, de Cárdenas... En la información que se difunda, las referencias históricas nos dan motivo, razón y legitimidad. Divulgar nuestra historia es también resistir.

9.- La resistencia no es sólo asunto de los mexicanos. Las ofensas del actual régimen contra la democracia afectan a todos los demócratas del mundo, y su solidaridad es importante para nosotros. Si se consuma el fraude, se vulnera la democracia en todo el continente y en todo el mundo. El que pide globalización financiera merece globalización democrática.

10.- La resistencia no tiene secretos. Para ser imbatible ante los infiltrados, ante los espías, ante los "orejas" de Gobernación, la resistencia es abierta, legal, transparente y pública. No prepara actos en la oscuridad, no conspira, no transa. La resistencia no puede ser descubierta porque no se cubre.

Sunday, April 17, 2005

La verdad oficial

Resulta asombroso y lamentable que, en 2005, las prácticas gubernamentales del PAN en el manejo de la información sean absolutamente indistinguibles de las que caracterizaron al autoritarismo priísta durante 71 años (en realidad 80).

Notimex, agencia de noticias gubernamental, se ha convertido en un elemento clave en la guerra de Vicente Fox y su gobierno contra la voluntad popular, el PRD y Andrés Manuel López Obrador (tres entidades sociales que no forzosamente son la misma). A través de ella, la Secretaría de Gobernación emite "verdades oficiales" que resuenan con los ecos del Gran Hermano orwelliano.

Véase la versión autorizada de un acontecimiento reciente: "La dependencia (la Segob de Creel) aseguró que lo ocurrido la víspera en el Rancho San Cristóbal, en Guanajuato, cuando irrumpieron perredistas en ese lugar, fue que se salieron de control los manifestantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD)".

El párrafo no tiene desperdicio en cuanto a la alteración casi soviética o goebbeliana de los hechos.

En primer lugar lo ocurrido el 16 de abril no fue "en el Rancho San Cristóbal", como asegura la nota, sino en la plaza central del poblado de San Cristóbal, ubicada a tres kilómetros de la hacienda de la familia Fox (donde, según reiteradas acusaciones, se sigue empleando a menores de 16 años en tareas agrícolas).

Una plaza pública de pueblo no es un lugar al que se pueda "irrumpir", es un espacio abierto, público y libre... a menos que el presidente de la república ordene que se rodee de vallas y de miembros del Estado Mayor Presidencial. ¿Con qué objeto? Como no sea una provocación, no se concibe la necesidad de utilizar soldados y preparar golpeadores para que no se haga una manifestación de ideas en tal sitio.

Los manifestantes del PRD, que eran, por cierto, diputados electos por la voluntad popular y por tanto representantes de miles de votantes, intentaron hacer efectivo su derecho a manifestarse en la vía pública, y este derecho les fue negado no sólo por los elementos del EMP, sino por algunos de los pobladores, debidamente azuzados por personajes como la presunta ahijada de Vicente Fox, Mercedes Ángel Pacheco a la que se puede ver en esta foto de La Jornada al momento de atacar al diputado local Carlos Scheffer.


¿Los manifestantes del PRD "se salieron de control"?

Es decir, que lo realmente ocurrido "la víspera" fue que, en el pueblo de San Cristóbal, en Guanajuato, lejos del rancho del presidente, unos diputados perredistas llegaron a la plaza pública para ejercitar su derecho constitucional a la manifestación y fueron agredidos por un EMP y un grupo de golpeadores de la localidad absolutamente descontrolados y de impunidad garantizada.

El párrafo citado es sólo un ejemplo. En los últimos días, la pasión gubernamental por alterar la realidad únicamente con palabras, característica esencial del sexenio foxista, se ha desbordado por los caminos de una fantasía peligrosa.

Sobre la manifestación reprimida en San Cristóbal, se ha llegado a decir que se buscaba "presionar" indebidamente a "la familia del presidente". Alucinación absurda, pero quizás reveladora del ánimo de estado de sitio que empieza a permear los estamentos de un gobierno que ha perdido la brújula.

Las declaraciones de la Segob vía Notimex son, en México, para consumo de los convencidos, de los panistas irredentos para quienes Vicente Fox todo lo ha hecho magníficamente, de los sectores controlados por la iglesia, de los grupos de ultraderecha que ven en la modesta y controlada tendencia a la izquierda de López Obrador (e incluso de todo el PRD), la amenaza de un Castro, un Lenin, un Chávez, todo en el mismo frasquito.

Es decir, la propaganda gubernamental dentro del país carece de sentido, no convence a nadie que no esté previamente convencido y no hace sino sembrar aún más dudas sobre el gobierno foxista.

Sus verdaderos destinatarios, sin embargo, están en el exterior. La opinión pública internacional le causa más miedo a Vicente Fox, a su gobierno y a los dos partidos a los que sirve, el PRI y el PAN, que un millón de mexicanos dotados con las armas de la legalidad, el civismo y la voluntad soberana.

Traducidos a numerosos idiomas, los despachos de Notimex, que ahora es claro que nunca superó la calidad de departamento de propaganda del Señor Presidente, buscan presentar al adversario (es decir, a quienes se oponen legítima y democráticamente a las decisiones autoritarias de la presidencia imperial) bajo la peor luz posible.

Nada distinto de lo que repetían casi todos los periódicos en 1968 sobre los estudiantes que reclamaban, como ahora, que la ley se cumpliera y que acabara el autoritarismo todopoderoso de un presidente que no se somete a ley alguna.

Nada distinto de lo que se ha dicho de los opositores al régimen en el pasado: comunistas, violentos, ateos, pagados por dineros extranjeros, descontrolados, subversivos, enemigos del orden público, vociferantes, portadores de ideologías exóticas (descubrimiento conceptual soberbio de la mezquindad diazordacista), "emisarios del pasado" (la frase es de López Portillo), traidores a la patria (acusación salinista contra los opositores al TLCAN en los términos en que lo firmó)...

Adjetivos que buscan agitación, rechazo visceral, intuiciones fáciles... adjetivos que no tienen nada que ver con el sano y honrado debate republicano.

La verdad oficial no es una verdad de conceptos, pues, sino de subjetividades que busca comercializar a nivel mundial para ocultar su ineptitud, su autoritarismo y, sobre todo, su decisión de violentar la voluntad popular por medio de un fraude electoral abierto, descarado y peligrosísimo para la nación, allegándose en el exterior el apoyo del que carece en el país.

Sólo queda esperar que los mexicanos consigan que los medios internacionales, que las instituciones y organismos internacionales, que la opinión pública del mundo, vean lo que realmente significa la "verdad oficial", y que no es sino la eterna "mentira oficial" con la que hemos vivido la inmensa mayoría de los mexicanos todas nuestras vidas.

Es quizá hora de que se escuche la verdad no oficial, la verdad de los mexicanos.

Tuesday, April 12, 2005

Las leyes

Las leyes, con frecuencia, son injustas.

Las leyes las hacen, muchas veces, legisladores que no responden más que a sus propios intereses, o a los de grupos diminutos que nada tienen que ver con los votantes a los que, según la ley, representan tales legisladores.

Las leyes, con lamentable frecuencia, son aplicadas selectivamente por los encargados de los gobiernos, por los jueces, por los organismos gubernamentales en general.

Y, sin embargo, las leyes siguen siendo nuestra única esperanza de convivencia ordenada, cívica, pacífica y justa.

Las leyes injustas pueden cambiarse, se puede corregir su mala aplicación, se puede impugnar a los legisladores trapaceros.

Pero sin leyes, el más fuerte, el más corrupto, el más traidor, el más violento, se apropian de la sociedad.

Por eso muchísimos mexicanos, con frecuencia (con mucha frecuencia) víctimas de leyes injustas o de la incorrecta e interesada aplicación de las mismas están hoy en pie de lucha (pacífica, democrática y legal) por el respeto a las leyes esenciales de la nación.

No por apoyar leyes injustas, sino para poderlas cambiar en paz.

No por defender a un hombre o a un partido, sino por defender los derechos fundamentales de cada uno de los mexicanos.

No por decidir qué ideología regirá los destinos de México, sino por aceptar que las reglas democráticas son las únicas que deben decidir qué ideología vencerá en las urnas.

En este contexto, no es extraño que un jefe delegacional como Fadlala Akabani, delegado de Benito Juárez y militante del PAN, exprese: No tengo yo como panista nada qué festejar, no tengo por qué señalar que esto es bueno para la ciudad. Yo creo que es lamentable. A ninguna población, comunidad de cualquier estado de la República le resulta fácil que le quiten a su gobernante electo.

Tampoco es extraño que muchos mexicanos que no desean que Andrés Manuel López Obrador alcance la presidencia, por disentir de sus ideas, estén diciendo en las listas de correo, en la calle, en el café, en las universidades, que participarán de la Marcha del silencio del 24 de abril.

Como muchos mexicanos que disentíamos de Luis Donaldo Colosio condenamos su asesinato, porque era nuestro deseo vencerlo en las urnas, sin violencia, con dignidad ciudadana.

Y porque la dignidad ciudadana debe regir la redacción, promulgación y aplicación de las leyes, el "no al fraude" es un sentimiento que albergan mexicanos de todo tipo.

Porque queremos un país de leyes como el que soñó Morelos cuando dijo, en el punto 12 de sus Sentimientos de la nación:

Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.

Con lo que queda dicho casi todo.

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Saturday, April 09, 2005

Lista de correos

Ante la situación que vive México, hemos abierto una lista de correos para mexicanos fuera de México, principalmente en Europa, con objeto de difundir información oportuna, intercambiar puntos de vista y hacernos activos por la democracia efectiva y sin interferencias en las próximas elecciones presidenciales de 2006.

La lista es Por México y su democracia.

Corran la voz, es por todos.

El cambio que no fue

Si todas las administraciones presidenciales comenzaban en México con un optimismo popular que esperaba colectivamente, más allá de toda razón, que al fin hubiera un mandatario más comprometido con los electores que con sus grupos de interés, con el poder (político y económico), con los estrategas financieros internacionales y con la estructura caciquil que vertebra la verticalidad del poder, la de Vicente Fox comenzó con aún mayor aliento por parte de los mexicanos.

Se había (al menos ése era el mito) expulsado al PRI del poder. Atrás quedaban 71 años (en realidad ochenta) de atropellos, de autoritarismo, de interdependencia vergonzosa de los tres poderes de la unión, de matanzas, de "ni los veo ni los oigo", de aldeas Potemkin para halagar al mandatario-tlatoani-emperador, de ungimiento obsceno por parte de los medios de comunicación en atención a sus intereses empresariales (las excepciones, pocas, han tenido un alto precio), de falta de rendimiento de cuentas con apenas el paréntesis del cardenismo que fue y no pudo seguir siendo.

Se inauguraba, lo decían con claridad los carteles, los titulares, los entusiastas ingenuos o asalariados, La Democracia en México, y había que celebrarlo.

Los críticos, los escépticos, los que no se abandonaban a la realpolitik chaquetera, eran (éramos) mal vistos, aves de mal agüero.

Las promesas resonaban todavía por los confines de un país recorrido una y otra vez con un despliegue mercadotécnico cuyo costo superaba todo lo legalmente permitido: castigo a los corruptos anteriores (en resumen: juicio a Carlos Salinas, a Luis Echeverría y a sus cófrades), transparencia, sobriedad republicana por parte del ejecutivo y, además, los esloganes publicitarios: automóviles (pequeños, pero automóviles) para todos, electrodomésticos (en particular televisiones) y un país de pequeños comerciantes (sin explicar quién produciría lo que todos venderían en la bonanza irrefrenable).

Los entusiastas serenos advertían: no puede cumplirlo todo, habrá que ser magnánimos con nuestro primer mandatario.

Los serenos sin entusiasmo avisaban: no cumplirá nada y el PRI seguirá siendo parte de la toma de decisiones.

Los últimos, por desgracia para el país y, sobre todo, para sus habitantes, tuvieron razón.

A cuatro años y cinco meses de gobierno, Vicente Fox, su gabinete y el PAN en masa (excepciones habrá pocas, de haberlas) se adaptaron perfectamente al esquema priísta, lo disfrutaron en plenitud y decidieron -era previsible- no alterarlo, no cambiarlo, hacer legislación que no se cumple y realizar el capricho. El cambio no lo fue nunca, la identidad de Fox con cualquier gobernante priísta (de nuevo, Cárdenas como excepción) se volvió espejo cotidiano. Ante el fracaso, declaraciones de optimismo desbordante del país de las maravillas. Ante la incertidumbre, viajes internacionales y sonrisas. Ante la incapacidad, cerrazón ante los medios, ni una entrevista, cada vez menos declaraciones, cada vez "mío es el poder y lo que hago con él no le importa a nadie".

La danza de las impunidades: el Pemexgate, los negocios de Zedillo, los "Amigos de Fox", el gasto ilegal e inútil de Creel para gobernar el D.F., la abulia de la PGR por investigar a Salinas, a Echeverría, a los asesinos. El desinterés por los indios y las firmas de los gobiernos anteriores (sólo válidas en documentos firmados con empresas y estados extranjeros, inútiles en papeles entregados a los indígenas). El olvido del tema migratorio. El naufragio del empleo productivo. La multiplicación de la pobreza ocultada con cifras siempre positivas.

En el proceso, seis años más se habrán perdido. No para la autobiografía-ficción que el gobernante pretende redactar día a día intentando acotar los alcances de la historia para con su persona, sino para cien millones de mexicanos. Más unos diez millones en Estados Unidos, de los que hoy depende, como nunca, la economía mexicana. Explotados, perseguidos, ofendidos, con sus remesas mantienen no sólo las tortillas en la mesa de la familia que quedó atrás, sino también los bonos gubernamentales con los que se posponen las exorbitantes deudas hipotecando el futuro de los hijos, de los nietos, de los bisnietos.

Seis años en los que el cambio nunca fue.

En el camino a esa elección, es esencial pensar en el México de 2012. Perder otros seis años es un lujo que difícilmente podemos darnos los mexicanos. Y para poder decidir en libertad, es necesario reclamar el derecho que nos asiste a elegir nuestro proyecto de nación, a nuestros gobernantes y el rumbo de nuestro futuro.

Que no es el rumbo de los autoritarios.

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Friday, April 08, 2005

Pie de foto

A todos los medios de comunicación que informaron de entre 10 mil y cien mil personas concentradas en el Zócalo para escuchar a Andrés Manuel López Obrador, esta foto cuenta otra historia. En la plancha del Zócalo caben 350 mil personas. Súmense las que están desbordadas en las calles de acceso a la plaza. Réstese la miseria moral que sigue presidiendo a tantos medios de comunicación y calcúlese la indignación popular.

Thursday, April 07, 2005

¿Y ahora qué?

El PRI y el PAN han consumado el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, realizando así un fraude electoral anticipado para decidir los resultados de las elecciones presidenciales de 2006 desde una oficina, la oficina de la residencia presidencial de Los Pinos.

Los mexicanos, dentro y fuera del país, tenemos la responsabilidad, la responsabilidad patriótica, diríamos, si la palabra patriotismo no hubiera sido contaminada frecuentemente por los más bajos intereses de quienes consideran la política como negocio, de pasar a la acción. Dentro de la legalidad, de manera absolutamente pacífica, sin caer en las provocaciones que seguramente vendrán, con la serenidad de quien sabe que tiene la razón, la ley, la justicia y la historia de su parte.

La lucha no es por Andrés Manuel López Obrador, ni por el Partido de la Revolución Democrática. Creer eso es hacerle el juego a quienes han tejido este proceso absurdo. La lucha es por el derecho de los mexicanos a hacer efectiva la democracia en nuestro país, derecho que nos ha sido continuamente conculcado, reprimido cuando no arrancado desvergonzadamente.

Por ello, esta lucha implica a todos los mexicanos bien nacidos, independiemente de su ideología y de cualquier otra consideración que no sea el ser nosotros, mediante el voto libre, quienes decidamos el rumbo que debe tener la nación.

Es una lucha de información, de leyes, de movilizaciones pacíficas y legales, de llegar a los medios de información en todo el mundo, de atraer los reflectores de la opinión pública internacional hacia la corrupción política máxima del actual gobierno, que pretende continuar la línea autoritaria de esa "dictadura perfecta" que tan bien sirvió al PRI como sirve hoy al PAN.

Donde quiera que estemos, los mexicanos tenemos la responsabilidad de hacernos oir, ante los medios de comunicación de los países que nos han recibido, ante las legaciones, embajadas y consulados mexicanos, ante quienes nos rodean.

Luchamos, como si fuera el siglo XIX o principios del XX, por el derecho a un sufragio efectivo y a una democracia y un proyecto de nación decididos en libertad por la mayoría de los ciudadanos. Cualquier otra lucha que tengamos es secundaria, porque en esta va nuestra dignidad.

Es hora, pues, de serenamente emprender el esfuerzo por recuperar nuestra nación, nuestra voz y nuestros derechos. No mañana, hoy.