Escándalo tras escándalo de corrupción real y por grandes cantidades de dinero persiguen a Felipe Calderón, que se vende como el candidato de las "manos limpias" como podría venderse en calidad de campeón mundial de motociclismo, porque en su esquema de marketing la mentira es una herramienta, no un tema de debate ético.
En menos de seis años, el panismo reconvertido en porfiriato renacido ha demostrado que su capacidad de corrupción y de uso patrimonialista del poder nada tiene que envidiarle al alemanismo y a su fase superior y desmelenada, el salinismo. La visión de que el poder político presidencial equivale a la propiedad del país y las complicidades familiares han alcanzado cotas que, sin duda, envidiarían muchos priístas de largos años. Los Bribiesca y los Zavala son, sin duda alguna, sólo la punta del iceberg, bajo la cual flota la "corrupción morralla" al estilo de Luis Pazos, aquél fascista de libro de texto que daba conferencias sobre honestidad gubernamental a las empresas del Grupo Monterrey hace tres décadas.
Evidentemente, la corrupción no es el peor problema de Felipe Calderón. Mucho más grave es su afiliación a un grupo fascista como El Yunque, su sumisión a las ocurrencias de Diego Fernández de Ceballos, su incapacidad legislativa y su labor como defensor del Fobaproa que mantiene hipotecado al país y lo mantendrá durante décadas aún, en su calidad de cómplice jubiloso de Ernesto Zedillo Ponce de León, el Santa Anna del Pedregal de San Ángel.
Pero fueron Felipe Calderón y sus asesores de mercadotecnia, imagen y publicidad, los que eligieron usar la "limpieza" del candidato panista como eje de su campaña, al parecer bajo la ilusión de que si el candidato es inepto, fascista, con un historial legislativo lamentable, carece de proyecto nacional más allá de la venta de Pemex y la CFE, detesta la educación pública, le repele la salud pública y considera que el comercialismo es el único valor humano, todo ello palidece junto al hecho de que no es ladrón.
Pero ahora, todo ello simplemente se ve resaltado por el hecho de que, además de corrupto, el candidato panista es al menos tan mentiroso como su oponente (es un decir) del PRI, Roberto Madrazo Pintado.
El panorama se aclara para los electores, sin duda alguna.
1 comment:
Sería inocente pensar en eso de "las manos limpias" para unos si y otros no. Calderón no es el anti-cristo, y el problema con él - aparte de su adhesión incondicional a grandes grupos de poder - es su férrea defensa del modelo económico y liberal que ha hundido al país. Ahora bien, antes que se malinterpreté, yo voté por AMLO y soy un firme creyente en la cuestión que la negra campaña de difamación y miedo influyó efectivamente para que perdiera la elección. Al respecto escribí algo en http://aaronbenitez.blogspot.com/
Saludos, buen blog.
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