Enrique Krauze se ha distinguido en México por ser el historiador que recoge la tradición de Lucas Alamán por cuanto a ser capaz de mentir sin ningún freno para servir a sus interereses ideológicos, aliarse a la más basta reacción y callar ante cualquier atrocidad (incluidos asesinatos).
Su visión ñoña, metodológicamente desaseada y claramente propagandística ha permeado toda su obra, desde la supuestamente histórica (con sus biografías dedicadas a denigrar a los revolucionarios mexicanos de 1910) hasta sus ensayos promotores del neoliberalismo y la sumisión a los Estados Unidos.
Pero hoy, 28 de junio de 2006, a cuatro días de las elecciones en México, Enrique Krauze ha decidido lanzarse a profundidades de inmoralidad, irresponsabilidad y miseria humana que nunca antes había alcanzado.
En un artículo escrito en el The New York Times, Krauze advierte que lo peor que le puede ocurrir a la democracia en México sería un triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Sus argumentos son que Andrés Manuel López Obrador
- se cree Jesucristo.
- pretende restaurar el sistema priísta
- busca reelegirse para siempre
- pretende ser monarca de México
A cambio, ofrece a Felipe Calderón como un abogado educado en Harvard, que busca la "competitividad" de México, cosas que nada tiene que ver con sus críticas a López Obrador, falacia llamada non sequitur en la cual la propaganda sustituye al razonamiento.
Para sus ataques contra López Obrador (y sus insultos contra quienes por él votarán) se basa en nada más que su furia personal, los odios reconcomiados que lo han motivado siempre. No ofrece un dato, un hecho de gobierno de AMLO en el Distrito Federal, una acción concreta, una declaración que puedan sustentar sus delirantes afirmaciones.
Pero lo más evidente es que, en este momento, Enrique Krauze no puede influir ya en las elecciones en México, y menos con un artículo en The New York Times.
Entonces, lo más alarmante no es la opinión de Krauze, ni el hecho de que la lance sin sustentarla en nada, sino lo que pretende conseguir con este artículo allí y ahora.
Y lo que pretende Krauze es, sencillamente, promover el miedo contra López Obrador en Estados Unidos y dinamitar por anticipado cualquier posibilidad de entendimiento entre una hipotética presidencia del perredista y el gobierno de los Estados Unidos.
La furia de su ataque tiene como única explicación, precisamente, que carece de bases, y que por ello mismo él y sus cófrades ideológicos de la ultraderecha yunquista no se pueden dar el lujo de permitir que el candidato del PRD demuestre que no es un demonio, un chavista, un comunista clásico, un Stalin o cosa similar.
La demonización de AMLO ha sido la esencia de la campaña del PAN y de sus corifeos en México (y Krauze hace tiempo dejó de servir al PRI, cuando dejó de recibir la publicidad que le llovía a mares a la revista Vuelta, para volverse un animador del sector más cavernario del PAN). Pero el fracaso que vislumbran les deja la única opción de demonizarlo en Estados Unidos esperando... ¿qué?
La única respuesta es que pretenden que México quede aislado durante seis años para que el agravamiento de los problemas mantenidos por el pripanismo permita una vuelta triunfal al cabo de seis años. Otra respuesta sería que pretenden la intervención armada de los Estados Unidos, pero tal opción es poco probable en estos momentos y en esta etapa histórica.
Resulta así que para Enrique Krauze la viabilidad de la nación es únicamente una moneda de cambio para la promoción de sus ideas. Dicho de otro modo, este experto en la prostitución de la historia no ve problema en poner en riesgo el futuro, la alimentación, la viabilidad económica, la soberanía, la educación, el empleo y la vida de los mexicanos si ello sirve a sus ideas. Y la pieza de propaganda que ha publicado en el diario estadounidense, que firmaría con orgullo Joseph Goebbels, es simplemente otra muestra de la falta de límites éticos de ciertos sectores cuyo tufo fascista es cada vez más notorio.
2 comments:
Yo no comparto la ideología de Krauze ni sus querencias. Pero no dudo que sea un historiador responsable. Sus trabajos siempre han contado con fuentes fidedignas. El análisis y conclusiones que el autor emane de ellas, pueden ser motivo de debate, a favor o encontra. No se vale denostarlo con argumentos tan falsos como decir que no sustenta sus dichos. Gran parte de su análisis se basa en las propias palabras de López Obrador. Ya saben: "El pez por su boca muere" o mejor dicho, "El pejelagarto por su boca muere".
Es evidente que no conoces el trabajo de Krauze como historiador desprolijo e hiperideologizado. No, no sustenta muchos de sus dichos, y en el caso de las palabras de López Obrador, hubiera sido ideal que además de firmar tu intervención, te tomaras la molestia de indicarnos dónde dijo López Obrador la sarta de bobadas que le adjudican tú y la viuda de Octavio Paz.
Post a Comment